julio 27, 2009

Recuerdos del maestro Juan Grela:

Son muchos los recuerdos que uno tiene de Grela.
Podría mencionar su generosidad, su inteligencia, el respeto por la gente de la que siempre sabía aprender a dar algo. Su producción artística es un rosario de segmentos bien diferenciados, que iba modificando, cambiando, en el momento preciso de la maduración de cada tramo, como desconfiando de sus logros. Se lanzaba entonces hacia nuevas propuestas inquietantes y cuestionadoras, principalmente para él.
Se podría decir que la ideología estética greliana permanece y se consolida en el tiempo, en la medida en que se compromete con la poética plástica, con el lenguaje propio de la pintura, el que somete a experiencias nuevas ópticas para aprender la realidad desde rincones más insospechados. Se consolida en su imagen, a manera de agigantado logotipo, un aspecto de nuestra sociedad, un recorte de la misma, la de los desposeídos; imágenes de vida de los marginados como en su época de La Basurita.
Tal vez su perfil más agudo tenga que ver con su ética profesional. Cuando Grela, en su morfología para la enseñanza, insiste en que ningún sector del cuadro debe ser descuidado en su realización, no hace más que refrendar con el lenguaje propio del arte, la necesidad de un compromiso total con distintos aspectos de nuestra realidad.
Una obsesión por no dejar puertas subrepticiamente abiertas, una obsesión por pronunciar el nombre con total claridad.
En la obra de Grela, la idea fue ganando terreno a la representación naturalista Signos y símbolos fueron reemplazando comentarios y anécdotas, y , por sobre todo, lo formal fue despojándose de todo subjetivismo. El color las formas, se liberan de las ambivalencias, de los sobreentendidos, de las alusiones y de las trasposiciones a otras realidades. El cuadro-objeto se presenta a sí mismo, el color y la forma son ahora su instrumento material preciso.En sus últimas obras, un furibundo continuo barroco agita sin apremios todo un mundo de recuerdos alusivos a sus eternos personajes, pero a manera de iconografía simbólica, que sin perder su propia identidad como realidad social y aún política, crea una imagen musical, de ensueños, de lecturas renovadas, sobredimensionando el numen poético que les da origen.

Emilio Ghilioni
Marzo 2007

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